La rebelión de las gallinas
En cajita feliz
Las medidas de Napoleón ante la rebelión de las gallinas representan la Gran Purga estalinista.
En comilona con sobremesa
Más o menos en la mitad de la obra, la historia toma un giro bastante oscuro. Las gallinas se niegan a entregar sus huevos; Napoleón las hace pasar hambre; varias de ellas mueres y el resto se rinde.
Pero la cosa no acaba allí.
Poco después, Napoleón convoca una asamblea general y los perros arrastran a varios cerdos "atemorizados y chillando de dolor" (7.24). Estos confiesan que estuvieron colaborando con Snowball y el señor Frederick, e instantes más tarde los perros "les desgarraron las gargantas" (7.25). Y la masacre se repite con gallinas de la rebelión, un ganso y varias ovejas. Al final, "una pila de cadáveres yacía a los pies de Napoleón y el aire estaba impregnado con el olor de la sangre, olor que era desconocido desde la expulsión de Jones" (7.26). Ajá… ¿No se suponía que vivirían todos felices y comerían perdices en este mundo de ensueño?
No exactamente. Se trata de una horripilante alusión a la Gran Purga, que se llevó a cabo entre 1936 y 1938. Para eliminar a la oposición, Stalin ejecutaba o exiliaba a todo aquél que no le cayera bien: a los que apoyaban a Trotsky, así como a terratenientes, líderes militares y fanáticos de Gloria Estefan.
Bueno, sí: lo de Gloria Estefan es invento nuestro.
El hecho es que a Stalin se le cruzaron un poco los cables con eso de "purgar" a la Unión Soviética de quienes percibía como enemigos. Se estima que en las purgas murieron entre 500 mil y 2 millones de personas. Y estas terribles medidas tenían un componente particularmente horroroso: Stalin obligaba a las víctimas de las purgas a hacer confesiones falsas en público sobre crímenes que nunca habían cometido, muchas veces tras una serie de tormentos psicológicos y pura tortura. Tales purgas se denominaron "los juicios de Moscú".
La obra de Orwell tiene su propia serie de juicios: Squealer les dice a los otros animales que Snowball no solo se está organizando para atacarlos desde afuera, sino que además se está infiltrando en la granja para destruirla desde adentro. Así, la paranoia estalinista se torna sin más en una clásica cacería de brujas.