El sueño de Viejo Mayor
En cajita feliz
El sueño de Viejo Mayor es el doble del Manifiesto comunista, de Karl Marx.
En comilona con sobremesa
Rebelión en la granja empieza con la noticia de que Viejo Mayor, "el verraco premiado" (1.2), convocó a los animales a una asamblea para comunicarles un sueño que tuvo.
Espérate, espérate: que esto no es como cuando uno dice "¡Anoche tuve un sueño rarísimo! Te cuento…". Es más bien algo así como un "Yo tengo un sueño": Viejo Mayor soñó con la desigualdad y les dice a los otros animales que: "El hombre es el único ser que consume sin producir" y los insta a trabajar "noche y día, con cuerpo y alma, para derrocar a la raza humana" (1.9, 11). En síntesis, les explica que los hombres llevan años aprovechándose de ellos y que es hora de acabar con la tiranía del hombre. ¿Su mensaje? "Rebelión".
Dicho de otro modo, el sueño de Viejo Mayor es la versión simplificada del Manifiesto comunista.
En 1848, Karl Marx y Frederick Engels publicaron este Manifiesto, en el que se establecían los principios básicos de lo que hemos dado en llamar comunismo. La idea principal del Manifiesto era que el capitalismo tenía muchísimo defectos. Los obreros nunca veían el producto de su labor porque los capitalistas o dueños de los medios de producción (como fábricas, tierra, etc.) se apropiaban de todas las ganancias. En pocas palabras: los agricultores cosechaban los granos, los terratenientes se los quedaban; los obreros hacían sillas, los dueños de las fábricas las vendían y se quedaban con la plata.
¿Y con eso qué? ¿Acaso no es así como funciona el mundo? Pues, sí. Porque vivimos en un sistema capitalista. (Bueno, al menos la mayor parte de la sociedad vive en este sistema). Pero el punto de Marx es que los terratenientes y los dueños de fábricas no producen nada. Serán sus nombres los que figuran en los títulos de propiedad y comprarán ellos la maquinaria con las ganancias de sus empresas, pero en realidad no hacen la labor. A la mayoría de la gente no le importa esto; es así como funciona el mundo.
Pero a Marx sí le importaba, y mucho, pues consideraba que el sistema conducía a la explotación masiva de los obreros. Decía que si los obreros pudieran derrocar a los capitalistas y apropiarse de los medios de producción, todos los obreros del mundo vivirían en paz unos con otros. Y al final del Manifiesto, Marx declara: "los proletarios [obreros] no tienen nada que perder, sino sus cadenas. Por el contrario, tienen todo un mundo entero que ganar. ¡Proletarios de todos los países, uniros!" En esencia, Viejo Mayor acaba su discurso de la misma forma con su llamado final a la "¡Rebelión!"
El problema es que tanto Marx como Viejo Mayor son muy buenos para criticar el sistema actual, pero no tan buenos para proponer uno nuevo. Después de la rebelión viene la gran pregunta gran: ¿y ahora qué?
Madre Rusia
Cabe preguntarnos: ¿Por qué Rusia? Marx y Engels escribieron el Manifiesto en 1848, cuando varios pueblos de Europa se sublevaban contra las monarquías. Pero la primera revolución comunista no tuvo lugar sino hasta sesenta años después de su publicación, y ni siquiera se dio en Europa.
Pues bien: Rusia era un tanto distinta de Europa. Básicamente, ya para el siglo XVII en el viejo continente se había eliminado el feudalismo. (El feudalismo era el sistema económico que había sido reemplazado por el capitalismo, en el cual los terratenientes aristócratas más importantes eran dueños no solo de la tierra sino también de los siervos que la trabajaban). Pero en Rusia, la servidumbre se abolió recién en 1861. Así pues, había en el país una clase enorme de campesinos, y bastante enfadada. Y como si esto fuera poco, los monarcas (los zares) no tenían ni la más mínima idea de lo que estaba pasando en su tierra, por más monarcas que fueran.
En síntesis, los animales de la granja se mueren de ganas de derrocar al señor Jones.