Las ovejas
Cuando comienza la división entre Napoleón y Snowball, nos dicen que Napoleón tiene problemas para conectar con la gente, pero es “especialmente exitoso con las ovejas” (5.8). Les enseña consignas simplistas y a cantarlas en momentos estratégicos durante los mítines públicos:
“Hecho curioso fue el sucedido con las ovejas, quienes adquirieron la costumbre de balar «Cuatro patas sí, dos pies no» en los actos importantes. Era evidente que esto ocurría precisamente en momentos decisivos durante los discursos de Snowball” (5.8).
Después, Napoleón usa a las ovejas para cantar y ahogar a los cuatro cerdos que protestaron por la eliminación de los mítines públicos.
El otro asunto clave con las ovejas, es lo susceptibles que son al abuso del lenguaje. Al final de la novela, tenemos el ingenioso y diabólico giro de tuerca de Orwell: los cerdos comienzan a caminar en dos piernas. Para justificar el cambio, Napoleón y Squealer les enseñan la consigna cambiada a las ovejas: “¡Cuatro patas sí, dos patas mejor!” (10.13). Obviamente, las ovejas ayudan a darle brillo a la hipocresía de los cerdos, pero hay algo más sutil también.
No es necesario ser un genio para ver que lo que dicen los cerdos toma un giro de 180 grados. Con un pequeño cambio de Squealer, las ovejas, de un momento a otro, comienzan a regar exactamente el mensaje opuesto del que venían diciendo desde hace años. Lo que requiere un poco más de trabajo es analizar por qué esto funciona. La razón, sugerimos, es que la misma forma del canto (su simplicidad y repetitividad) permiten que pueda ser fácilmente manipulado por los que están en el poder. Los cerdos no solo son hipócritas, políticamente hablando, sino que abusan completamente del lenguaje.
Las ovejas y la Rusia de Stalin
Como figuras alegóricas, las ovejas representan la maquinaria propagandística masiva que Stalin configura cuando se hace al poder en Rusia. Quizá, también puedan representar a las masas que se balanceaban fácilmente de un lado a otro por la misma propaganda. La adherencia de las ovejas a eslóganes simplistas y repetitivos, parece destruir cualquier posibilidad de pensamiento independiente, y permitirle a Napoleón manipular al resto de los animales una y otra vez. Por esta razón, las ovejas parecen ser un comentario de la naturaleza misma de la propaganda: no queda claro dónde comienza y dónde termina, pero aquellos que la reciben sin pensar y además la difunden se convierten en parte del régimen totalitario, sean o no conscientes de ello.