Luz y suciedad
No sabemos mucho sobre el emplazamiento en el que tiene lugar la historia, pero teniendo en cuenta que hay cangrejos podridos, tenemos la impresión de que no debe ser muy agradable.
Es por este motivo que las descripciones relativas a la luz y la suciedad son tan sorprendentemente hermosas y sabemos que son importantes por lo mucho que sobresalen. Puede que parezca extraño combinar luz y polvo, ya que normalmente no están relacionados, pero mira cómo aparecen en estos fragmentos:
"El cielo y el mar eran una misma cosa de ceniza, y las arenas de la playa, que en marzo fulguraban como polvo de lumbre, se habían convertido en un caldo de lodo y mariscos podridos".
"Fulguraban como polvo de lumbre", hermoso. ¡Queremos más, por favor!
"Caldo de lodo y mariscos podridos", está bien, mejor lo dejamos ahí.
Fíjate en esta otra descripción:
"Despertó sobresaltado, despotricando en lengua hermética y con los ojos en lágrimas, y dio un par de aletazos que provocaron un remolino de estiércol de gallinero y polvo lunar, y un ventarrón de pánico que no parecía de este mundo".
"Estiércol de gallinero", no, gracias.
"Polvo lunar", de nuevo hermosas palabras.
¿Cuál es el objetivo de estos contrastes? Creemos que García Márquez quiere que nos detengamos a observar la belleza que se esconde tras lo feo y ordinario. Eso es lo que no hacen Pelayo y Elisenda. Cuando miran al hombre alado, lo único que ven es un vagabundo sucio y harapiento, aunque luego lo llamen ángel.
Sin embargo, a ojos de nuestro narrador, él también es bello. Puede que esté loco y sea un tanto desagradable, pero es un ser vivo, y gracias a nuestro narrador, nosotros también somos capaces de verlo.