Justine Moritz
Justine vive con la familia Frankenstein como sirvienta cuando su madre muere. Cuando William es asesinado, el monstruo mete en su bolso una fotografía que William llevaba consigo y es acusada de asesinato. Hace una confesión falsa del crimen por temor a ir al infierno y es ejecutada.
Además de las personas que sí asesina, el monstruo termina causando, de forma indirecta, la muerte de otros cuantos. Justine es el primer ejemplo claro de esto. Alphonse es otro. Es interesante. Si comenzamos a culpar al monstruo de causar muertes de forma indirecta, también tendríamos que culpar a Victor del mismo crimen. Claro, si el monstruo no hubiera matado a William, Justine no habría sido ejecutada. Pero si Victor no hubiera creado al monstruo, el monstruo no habría matado a William. ¿Ves? Una vez que empezamos a buscar por ese lado, surgen todo tipo de preguntas sobre la culpa, la moral y la responsabilidad. Esa es más o menos la idea detrás de la reflexión sobre Frankenstein, en primer lugar.
Justine es una sirvienta en la casa de los Frankenstein, pero no pasa nada: ser sirviente en Génova es diferente a serlo en Inglaterra o Francia: "does not include the idea of ignorance and a sacrifice of the dignity of a human being" (6.5). Pero sirvienta o no, Justine parece una buena chica. Es de corazón franco y alegre ("frank-hearted and happy"), retribuye la bondad de la familia Frankenstein siendo la criatura más agradecida del mundo ("the most grateful little creature in the world"), y, por supuesto, es muy lista, dulce y bella en extremo ("very clever and gentle, and extremely pretty") (6.7-8).
Y luego es acusada de asesinar a William Frankenstein. Exacto. No tiene lógica, pero es descubierta con una foto que le pertenecía a él (el monstruo la puso ahí), así que parece sospechosa. Luego va y confiesa. ¿Por qué? Porque es católica. Elizabeth ya nos dijo que es supersticiosa—resuelve que las personas a las que quiere mueren como castigo porque los quiere tanto—lo cual en teoría tendría que ayudarnos a entender por qué termina confesando: su confesor (el sacerdote) la convence de que irá al infierno si no lo hace.
Como casi todo el mundo en la novela, Justine es más bien una herramienta del autor que un personaje por sí misma. Es un personaje único contra la religión; y también está ahí para recordarnos que, aunque Dios no mata a la gente que ella quiere por algo que haya hecho, el monstruo está asesinando a las personas que Frankenstein quiere. En otras palabras, no culpes a Dios; cúlpate a ti mismo.