Joe Starks
Joe Starks (a menudo llamado Jody) es el segundo esposo de Janie y un empresario por naturaleza con un carisma magnético. No obstante, sufre de una sobredosis de ambición, falta de comunicación, complejo de superioridad y celos incontrolables hacia Janie.
La aparición de Joe es tanto indicativa de su verdadera naturaleza como, de cierto modo, engañosa. Al principio, Janie siente atracción por lo cortés y distinguido que parece Joe. Esta es una manifestación externa del orgullo y la seguridad de Joe, razones por las que se viste mejor que aquellos que considera inferiores. Pero su atuendo llamativo también revela su vanidad. De hecho, todo el estilo de vida de Joe gira en torno al alto valor que le da a su virilidad. Joe mezcla ideas de virilidad con su derecho al poder, la riqueza y la autoridad. Por lo tanto, considera que esto justifica que haya construido el pueblo y que además lo gobierne, decida quién puede vivir ahí y quién tiene una opinión con valor. Muchas veces sus habitantes hablan mal de él y lo comparan con los amos blancos por su tiranía. Y en efecto, en varios aspectos Joe se parece al hombre blanco. Se alimenta bien y es corpulento, como los burgueses adinerados. También se comporta con toda la seguridad y autoridad de un hombre que no duda en poder conseguir lo que desea. Aunque Janie al inicio admira estos atributos en Joe, muy pronto descubre que una dosis exagerada de esas características puede resultar sofocante y ostentosa.
El trato de Joe hacia las mujeres también lo define; actúa como si fueran objetos que se pueden poseer y a las que los hombres pueden mandar. Este trato es un arma de doble filo; Joe valora mucho a Janie, pero como un trofeo, por su belleza física y su capacidad de generar envidia en otros hombres. No obstante, al mismo tiempo, la ve como si perteneciera a la esfera de sus posesiones. Al principio Janie solo ve que Joe la valora. Pero a medida que se da cuenta de que la ve como posesión y no como ser humano, sufre un distanciamiento emocional. Desde el punto de vista de Joe, al ser mujer, Janie carece de inteligencia, voz y autonomía y además no se merece nada de eso. Aunque Joe manifiesta sus ideas en su trato hacia Janie, también impone esta filosofía a otras mujeres.
Desde el principio, Joe deja claro que desea ser una "voz que se oyera muy alto". No obstante, cuando consigue una posición de poder, va demasiado lejos y, según Janie, empieza a ser solo una voz. Con ella, Joe grita sus opiniones; con frecuencia sofoca la disconformidad de los demás y hace que su voz posea la fuerza de la ley. A medida que envejece, se vuelve obvio que hablar con tanta autoridad tiene un precio: su cuerpo se desintegra. Al final, Janie se revela y le reclama todos sus crímenes en su lecho de muerte. Gracias a su carácter, Joe se niega a escucharla y muere maldiciéndola.