Janie Crawford
Janie, una mujer de ascendencia blanca y negra, es el producto de una violación de una muchacha pobre y negra por un profesor blanco sin nombre, sumada a la educación impartida por una abuela anciana que establece sus opiniones a partir de los traumas de la Guerra Civil. Su sensualidad y búsqueda romántica del amor la hacen un blanco para hombres de todas las edades. Vive tres matrimonios, en los cuales aprende sobre los distintos aspectos del amor.
Su herencia es dudosa y no presagia un buen futuro, en especial, un futuro con un amor romántico satisfactorio. Janie viene de varias generaciones de mujeres que no se han casado. Su madre es violada de muy joven, y su abuela también dio a luz a su madre, Leafy, como resultado de una relación forzada con su amo blanco durante la época de la esclavitud. A pesar de provenir de generaciones de mujeres que no se casaron, a Janie no le preocupa ser la primera esposa legítima en la familia, sino encontrar el amor verdadero.
De pequeña, Janie tiene nociones del romanticismo. Su experiencia mágica bajo un peral en flor tiene un efecto profundo en ella; asocia la polinización de las flores del peral con el paradigma de una experiencia romántica. El peral inspira a Janie al instante a buscar el amor, lo que la lleva a dar su primer beso y a dedicar la vida entera a buscar el amor verdadero. A partir del incidente del peral, Janie es asociada con la imaginería de las plantas y las flores, quizás como una forma de hacer énfasis en su belleza natural, su inocencia digna del Edén, su naturaleza dulce y su madurez para el romance.
La relación de Janie con su abuela Nanny hace evidente su necesidad de amor. Busca agradar a Nanny, y ella la obliga a casarse con un hombre mayor al que no puede amar. A partir de su breve matrimonio con Logan Killicks, Janie aprende que el matrimonio no tiene por qué estar relacionado con el amor. Aprende que ser la esposa legítima de un terrateniente no basta. No le gusta que le digan qué hacer y no puede vivir una vida superficial sin romance. Al aprender esto, Janie se dispone a tomar el futuro en sus propias manos.
Pero no lo hace, sino que termina entregándose a Joe Starks, un hombre al que cree que ama. Sus visiones de las flores de peral y las abejas, y el carisma de este empresario no la dejan ver sus defectos. En pocas palabras, Joe valora la ambición y la riqueza material más que a Janie. Ella sufre bajo un yugo en el que es obligada a guardar silencio, a no asociarse con los vecinos, a ocultar su hermoso cabello y a pasar el tiempo en la tienda. Joe mantiene a Janie aislada tanto en términos sociales como emocionales. En este momento de su vida, Janie solo es un objeto para presumir y su relación con Joe se amarga. Aunque a veces dice lo que piensa, Janie da pocas muestras de resistencia durante su matrimonio. No obstante, su naturaleza afectuosa no le permite descansar mientras Joe yace enfermo en la cama. Hace todo lo que puede por él, su muerte le produce una sensación de victoria: ha conseguido por fin la libertad.
Su experiencia bajo el yugo de Joe la vuelve prudente a la hora de conocer a Tea Cake. Aunque hay química entre ellos, le parece sospechoso. Es mucho menor que Janie, está claro que no es de clase alta, y no parece una persona de fiar. Pero Tea Cake corteja a Janie con insistencia y, con el tiempo, gracias a su naturaleza divertida e igualitaria —característica que no poseía ninguno de sus dos exmaridos—, se gana su corazón. Con su nuevo esposo, a Janie no le importa volver a la vida en la pobreza rural. De hecho, disfruta la libertad de relacionarse con quien quiera y hablar con libertad. Tea Cake no intenta domarla ni reprimir su naturaleza; incluso la alienta a probar cosas nuevas, como jugar damas chinas o cazar. El secreto del matrimonio de Janie y Tea Cake es la comunicación entre los dos: hablan de sus problemas y reafirman su amor por el otro con frecuencia.
Janie aprende que el amor verdadero tiene sus propias consecuencias. Descubre lo que significa sentir celos por primera vez. Se preocupa y llora en casa cuando Tea Cake no aparece. También padece por los errores de él. El huracán parece llegar solo para arruinar su felicidad. El grave error que comete Tea Cake al reusarse a huir cuando le ofrecen alejarlo de los Everglades en un auto desencadena una serie de acontecimientos que lo llevan a la muerte. Durante casi todo el descenso de Tea Cake, Janie no es sino un espectador pasivo. Aunque sabe que no puede hacer gran cosa por salvarlo, lo intenta con toda el alma.
Es apenas hasta los momentos finales previos a la muerte de Tea Cake cuando realiza una acción decisiva y es solo en defensa propia. Su decisión de disparar contra Tea Cake y salvarse no es una opción, aunque demuestra su madurez: se valora y se da cuenta de que Tea Cake no tiene remedio. No importa cuánto lamente su muerte, no se culpa, como podría esperarse. Lo que hace es redirigir su energía a mantener vivo su recuerdo. No pierde las esperanzas, sino que se levanta, se va a casa y cuenta la historia para que el recuerdo de Tea Cake y el suyo sigan vivos. Al final, agradece a Tea Cake por darle la oportunidad de amar y por llevarla más allá de los límites. Gracias a Tea Cake, Janie siente que ha vivido una vida plena y satisfactoria.