Hans Hubermann

Hans Hubermann

Hans es el padre adoptivo de Liesel y uno de los grandes amores de su vida. Es un tipo realmente bueno. Al comienzo de la novela, Muerte lo describe de la siguiente manera:

To most people, Hans Hubermann [is] barely visible. An un-special person. […] Somehow […] and I'm sure you've met people like this, he was able to appear as merely part of the background […]. He was always just there. Not noticeable. (1.22)

Si tenemos en cuenta cuán memorable es este personaje, la afirmación de Muerte acerca de Hans resulta, en principio, un poco desconcertante. Sin embargo, entendemos a qué se refiere. Si nos topáramos con Hans en la calle, caminando relajado con sus latas de pintura y su armónica, quizás no notaríamos al héroe que lleva adentro. Solo veríamos a un tipo simple en un pueblo aburrido y pobre.

Pero Hans es más que eso. Tal vez, es la gentil humildad que se esconde de la vista de los demás. Y la capacidad de Hans de ser "pasar desapercibido" (1.22) es una gran ventaja en esta novela. Un hombre más llamativo no hubiese conseguido ocultar a un judío en su sótano durante el Holocausto. Incluso cuando Hans es sorprendido dando pan a los presos judíos que marchan a Dachau, las autoridades no inspeccionan su casa. ¿Por qué? Porque no lo creen capaz de llegar tan lejos.

Hans tiene una gran fuerza de carácter, tal como lo demuestra cuando esconde a Max y mediante otros actos de resistencia contra los nazis. Estos actos, junto con su bondad, tienen un efecto enorme sobre Liesel e incluso sobre Rudy. Hans representa un modelo positivo para ellos. Es un raro ejemplo de un adulto que aspira a ser la persona que debe ser.