La enorme alegoría
Antes de ir a los detalles, debemos hacer notar el hecho de que El señor de las moscas es una inmensa alegoría. Símbolos aparte, los niños como grupo pueden representar a la humanidad como un todo. A partir de esta comparación, se puede ver dónde van encajando las piezas; la isla es el mundo, las reglas de los niños son los variopintos gobiernos globales, las dos tribus son dos países, y así. La pelea de los niños es, entonces, la representación de la guerra. El único momento en el que salimos de la alegoría es al final de la novela, cuando la otra “realidad” rompe la barrera imaginaria que hay alrededor de la isla. Pero es este también el momento en que se envía el mensaje real de la alegoría, cuando nos hacemos esa escalofriante pregunta “¿pero quién rescatará a los adultos?”