El jefe
El jefe de Yu Tsun es como una cruza de Darth Vader (cabeza de un malvado imperio) y el archienemigo del Inspector Gadget, el Doctor Garra, quien permanece siempre oculto e invisible (salvo por ese brazo feo con el que acaricia su gato malo, malísimo). Pues bien, en este cuento no hay ningún gato malo, pero no cuesta mucho imaginarse al Jefe como un ser cuya única parte visible son los brazos que se extienden por detrás de una silla de respaldo bien alto. En este caso, en vez de acariciar un gato, los brazos hojean una pila de periódicos mundiales, en los que el Jefe de Berlín busca noticias de su legión de espías.
A pesar de ser un "hombre enfermo y odioso" contra quien Yu Tsun siente un gran resentimiento por ser la representación de ese "país bárbaro" que lo degradó al hacerlo espía, el Jefe es la fuerza impulsora del protagonista (3): por algún motivo psicológico profundamente arraigado en su interior que amerita varios años de terapia, Yu Tsun siente la necesidad de probar al Jefe que la gente de su raza (o sea, los chinos) sí tiene valor para el mundo occidental. Pero cuando Yu Tsun, lleno de coraje, logra cumplir su misión (a costa de sus principios morales, la vida de su amigo y su propia vida), ¿queda el Jefe agradecido, o siquiera impresionado? Lo dudamos mucho. Trabajar para el Jefe es como trabajar para el sistema en general: te matas, ¿para qué? Para nada.