Tjaden

Cuando conocemos a Tjaden, esta extasiado por la cantidad enorme de comida que hay disponible debido a la muerte de muchos soldados. El tipo come como un caballo. Tjaden es un compañero de Paul y se presenta como alguien que quiere probar todos los placeres de la vida. Para comer tanto, es bastante flaco. Fuera de la guerra fue herrero. Quizá ahí está su gran simbolismo. ¿Qué desbloquea? ¿Qué cerraduras abre? O quizá represente al ingenuo Adam que Dios puso en la tierra para comer, beber y disfrutar en vez de hacer un montón de preguntas difíciles acerca del Edén.

Ok, no es un gran pensador. Tjaden tiene esta actitud desafiante en contra de la autoridad y tiene varios encontronazos con el comandante Himmelstoss. ¿Por qué? Bueno, Tjaden se hace pis en la cama. Himmelstoss dice que es por su flojera, pero es muy probable que Tjaden no pueda evitarlo. Himmelstoss humilla a Tjaden haciéndolo dormir en la parte de arriba de una litera haciendo que en las noches le gotee al pobre que duerme abajo (que también moja la cama), y luego los intercambia. Al recibir semejante tratamiento, no es de extrañar que Tjaden se emocione cuando se entera de que Himmelstoss va con ellos al frente. Las reglas en el frente son diferentes, y los rangos y las jerarquías militares se aminoran cuando las balas pasan rasantes.

Cuando el amigo de Paul sorprende a Himmelstoss regresando de un pub, nos parece que hay una escena medio homoerótica, ya que Tjaden le baja los pantalones al comandante para azotarlo. Luego, Tjaden le dice a Paul que “Aquella paliza fue el punto culminante de su existencia” (5.5) y que a menudo sueña con ella.

En el capítulo cinco, cuando Himmelstoss aborda al grupo sentado en el campo, Tjaden no se levanta ni saluda. Tjaden le dice a Himmelstoss que es un perro sucio (nos imaginamos que era algo muy malo de decir a principios del siglo pasado) y cuando Himmelstoss le pide respeto, Tjaden, sentado, se hace a la izquierda y se tira un pedo. Al chico no le importa que lo amenacen con una corte marcial, pero sí se esconde. Los demás fingen ignorar su paradero y Himmelstoss se frustra.

Pero eventualmente lo atrapan y lo llevan a la corte marcial. En el tribunal, Tjaden cuenta lo de la litera y de los abusos de Himmelstoss. El jurado, una de las pocas autoridades racionales en el libro, le da una sentencia bastante reducida y hace que Himmelstoss se doblegue: “El teniente se hace cargo y empieza sermoneando a Himmelstoss haciéndole ver que el frente no es el patio de un cuartel” (5.149).

La comida sencilla anima a Tjaden. De hecho, es su ofrecimiento de pan del ejército a las francesas lo que les permite cruzar el río y recibir un poco de amor. La muerte de Tjaden viene después de una larga batalla, cuando él y sus camaradas están demacrados, grises, apáticos y sin vida. La comida es la vida para Tjaden. Cuando se vuelve escasa, pierde fuerza y poder.