Charles Darnay
Charles es un tipo que lo tiene todo. Noble francés de nacimiento, decide ser el único aristócrata en Francia con sentido de consciencia. Renuncia a su tierra (y a su herencia), se hace tutor francés en Londres y comienza una vida como Charles Darnay.
A pesar de sus intentos de distanciarse de los escándalos y horrores de la aristocracia francesa, Charles parece no poder mantenerse apartado de los problemas. El tipo se mete en tres (cuéntalos, TRES) procesos judiciales en toda la novela. Primero es procesado como traidor a la corona inglesa, después como traidor a la República Francesa (de hecho por aristócrata, pero para ese tiempo, “aristócrata” y “traidor” eran básicamente sinónimos). Y como si no fuera suficiente, al final lo vuelven a procesar en Francia ¡por los mismos cargos!
Sin embargo, durante este tiempo se las arregla para conocer a Lucie Manette. Hasta se muda a la casa de su padre en Soho. Ahí es cuando se siente obligado con el Dr. Manette a decirle su identidad secreta. Claro, Charles no sabe que el Dr. Manette fue falsamente encarcelado por el padre y el tío de Charles… quizá es mejor para él que permanezca en su ignorancia.
Eso nos trae a una interesante parte del personaje de Charles: aunque parece ser el héroe de esta pequeña historia, en realidad no es un personaje que acciona. Sydney Carton salva a Charles de su primer juicio; el Dr. Manette usa sus influencias para liberarlo en Francia, y claro, Sydney cambia su lugar por el de Charles la noche anterior a su ejecución. Para ser un héroe, Charles deja que mucha gente lo salve.
Más interesante aún, es que Dickens no desarrolla demasiado el personaje de Charles. Es un buen tipo, ya está. No hay ningún bache moral cuando Charles decide regresar a Francia, Dickens usa solo dos párrafos para decirnos lo que piensa. Charles está obligado a seguir su deber moral. Nuestro narrador se adentra en sus pensamientos en este momento:
“Su primera inquietud obedecía a la consideración de que su desdichada patria era guiada por algunos malvados y que él, que se consideraba mejor que ellos, no estaba allí para hacer algo que pudiera impedir la efusión de sangre y contribuir a sostener los derechos a la piedad y a la humanidad” (2.24.63)
Son reflexiones honorables. Desafortunadamente, son las únicas reflexiones que tenemos de Charles. La mayor parte del tiempo, estamos en la cabeza de otros personajes. Aún cuando arrestan a Charles y pasa varios meses en La Force, rara vez tenemos la oportunidad de experimentar sus emociones.
Quizá esta distancia novelística hace a Charles más cercanamente alineado con Sydney Carton de lo que podemos pensar. Sí, se parecen físicamente, pero también son inaccesibles al lector. Charles permanece inescrutable, porque es simplemente bueno. ¿Por qué, entonces, Sydney sigue siendo un misterio? Quizá la bondad (o hasta el heroísmo) tengan más de una forma.