La chispa

Imagínate esto: un laboratorio lleno de matraces burbujeantes en algún rincón de una mansión embrujada en un páramo desierto. Hay una tormenta, claro, y un cuerpo enorme tendido sobre una losa. Cae un rayo y ¡bum! El cuerpo sobre la losa se levanta de repente y mira con rabia a su creador.

Pero no. En realidad Frankenstein lo describe de esta manera:

"It was on a dreary night of November that I beheld the accomplishment of my toils. With an anxiety that almost amounted to agony, I collected the instruments of life around me, that I might infuse a spark of being into the lifeless thing that lay at my feet. It was already one in the morning; the rain pattered dismally against the panes, and my candle was nearly burnt out, when, by the glimmer of the half-extinguished light, I saw the dull yellow eye of the creature open; it breathed hard, and a convulsive motion agitated its limbs." (5.1)

No es muy dramático, ¿cierto? La mayoría de la parafernalia que asociamos con Frankenstein y su monstruo es una creación de la película de 1932. Pero eso no significa que esta escena no sea importante. Hoy en día casi siempre que leemos la frase "chispa de la vida" nos hace pensar que representa a la electricidad, porque resulta que la electricidad es lo que (hace que funcione el corazón humano). En 1771, un hombre llamado Luigi Galvani descubrió que la electricidad podía hacer que las ancas de una rana se crisparan.

¿Raro? Sí. Además, es un excelente combustible para sostener un largo debate: ¿somos solo cuerpos o hay algo más en nosotros? ¿La chispa de la vida que nos hace funcionar es solo electricidad o algo no material y no scientífico como podría ser el alma? ¿Puede una "chispa" devolver la vida a los muertos o la vida verdadera requiere algo más allá de lo material?