José Arcadia Buendía
El patriarca de la familia Buendía, José Arcadio, se muestra al principio como un enérgico y emprendedor visionario que funda el pueblo de Macondo y termina convirtiéndose en un demente que debe ser atado a un árbol. Como todo en esta novela, las cosas no hacen más que ir de Guatemala a Guatepeor.
Te puedes hacer una idea acertada de las intenciones de esta novela, al menos en lo que a personajes se refiere, simplemente echando un vistazo a la vida del patriarca. No es mera casualidad que José Arcadio sea una amalgama de todos los hombres Buendía que le suceden.
Todo en esta vida se devuelve
Gran parte de la novela de centra en el aspecto circular del tiempo, la forma en que la historia se repite y los recuerdos y conocimientos perdidos provocan que se cometan los mismos errores una y otra vez. En menor medida, esa tendencia a repetir sin mejorar o aprender se manifiesta de forma constante en José Arcadio Buendía.
Fíjate en la forma en que reacciona a los diversos inventos que llevan los gitanos al pueblo. Independientemente de lo que sea el objeto en cuestión o de su utilidad, su única intención es convertirlo en un arma. Una y otra vez, intenta fabricar armamento demasiado complejo e inservible, lo que lo lleva a fracasar en todos sus proyectos.
¿Genio o loco?
Está bien, el tema de las armas es una insignificancia y en realidad solo ocupa unos cuantos párrafos de la novela, pero lo que debemos preguntarnos después de descubrir este patrón es lo siguiente: ¿se repite esta circularidad en algún otro momento de la vida de José Arcadio Buendía?
A Shmoop se le ocurre algo que también apunta hacia otros temas de la novela. Sabemos desde el principio que José Arcadio Buendía es poderoso, masculino y muy dinámico; sin embargo, su inagotable energía se centra a partes iguales tanto en objetivos útiles como en objetivos totalmente descabellados.
Primero se propone crear un pueblo de la nada, por lo que construye casas y carreteras sin parar y ayuda a todos los demás. Después descubre la alquimia, pero lo entiende todo al revés y convierte el oro en… bueno, en un completo desastre. A continuación vuelve a interesarle la planificación del pueblo. Más tarde se vuelve loco intentando conseguir una foto de Dios. ¿Ves la circularidad?
A partir de estos cambios obsesivos podemos plantearnos otras cuestiones: ¿cuál es el valor del esfuerzo? ¿Acaso el hecho de ser enérgico conlleva algún beneficio? ¿Dónde debemos trazar la línea entre lo útil y lo inútil?