Un señor muy viejo con unas alas enormes
Un señor muy viejo con unas alas enormes
En pocas palabras
¡Es un pájaro! ¡Es un avión! ¡Es un… señor muy viejo con unas alas enormes y está a punto de aterrizar en tu patio!
Cierto, parece algo sacado de un cómic, pero eso es exactamente lo que vivieron los personajes del cuento "Un señor muy viejo con unas alas enormes", escrito por Gabriel García Márquez en 1968: una familia se encuentra de repente con que un anciano con alas enormes acaba de aterrizar en su patio.
Como es de esperar, la familia entra en pánico. Incluso en el caso de que sea un ángel, ¿qué se supone que debes hacer con un ángel sucio y aparentemente loco que aparece en tu propiedad sin previo aviso? Preguntan a los expertos locales, incluido el sacerdote del pueblo y una vecina que cree que lo sabe todo sobre los espíritus celestes, pero nadie sabe darles un buen consejo. De modo que deciden actuar como lo haría todo buen procrastinador: ignorando el problema hasta que este desaparezca por sí solo. ¿Qué crees que significa todo esto?
Esta historia es uno de los ejemplos más claros (y también más cortos) de realismo mágico. No, no se trata de un espectáculo de magia posmoderno y estrambótico en el que el mago revela todos sus trucos. El realismo mágico es un género literario en el cual todos los acontecimientos extraordinarios e incluso imposibles (como un hombre viejo con alas enormes que aterriza en el patio de alguien) son considerados normales por los personajes de la historia.
Si ya leíste Cien años de soledad (o echaste un vistazo a la guía de Shmoop), sabrás que Gabriel García Márquez (también conocido como "Gabo") es un maestro de este género. Fue él quien afirmó que en Latinoamérica, el "realismo mágico" no es más que "realismo", ya que en esa región del mundo, los hechos sobrenaturales y extraños forman parte del día a día.
Sobre eso no podemos decir nada, pero creemos que el propósito del realismo mágico (o al menos uno de ellos) es, al igual que el de una fábula, una alegoría o una parábola, ofrecer una enseñanza de forma imaginativa o indirecta. Después de todo, no queremos que nadie nos sermonee sobre el cuidado que hay que tener con lo que se desea. Es mucho más probable que prestemos atención si la lección viene acompañada de un relato sobre ángeles y familias comunes y corrientes, familias como las nuestras.
¿Qué haces, pues, cuando un ángel aparece en tu patio por sorpresa? Sigue leyendo y lo sabrás.
¿Y a mí qué?
Todo el mundo cree en algo y tiene un sueño: ganar un campeonato estatal de atletismo, pedirle a un muchacho lindo que te acompañe al baile de graduación o resolver el problema del hambre en el mundo mediante la clonación de carne.
Sin embargo, en ocasiones, cuando los sueños se hacen realidad, no son lo que pensábamos. Puede que nadie recuerde tratarte como un héroe tras conseguir la medalla de salto sincronizado en la categoría individual. Quizá el muchacho lindo se pasa toda la noche hablando con la jefa de las animadoras. Tal vez la carne clonada cause problemas genéticos. Como bien nos recuerda C.S. Lewis, a veces es mejor que los sueños no se cumplan. En "Un señor muy viejo con unas alas enormes", los lugareños creen en los ángeles y no les cuesta aceptar que esa es la naturaleza del hombre alado. El problema es que este espíritu celestial no es todo luz y bondad. De hecho:
- Huele mal.
- Es incapaz de volar.
- Habla un idioma que nadie entiende y tampoco sabe lo que dice el sacerdote cuando este se dirige a él en latín.
- Tiene poco pelo y está casi desdentado.
- Tiene las alas sucias.
Con el tiempo, la familia tiene que aceptar el hecho de que su idea de ángel no tiene nada que ver con el pobre hombre viejo desamparado que deja mal olor en el patio. Puede que no creamos en ángeles, pero sí que somos capaces de entender lo que significa enfrentarse a la cruda realidad que se esconde tras una amada creencia.
Frase Clave
"Despertó sobresaltado, despotricando en lengua hermética y con los ojos en lágrimas, y dio un par de aletazos que provocaron un remolino de estiércol de gallinero y polvo lunar, y un ventarrón de pánico que no parecía de este mundo." (8)