Sr. Kurtz
Kurtz y la ambición
El Sr. Kurtz es un agente estrella de la Compañía que trabaja en un verdadero país de marfil, en las profundidades de África. Todos los que conocen a Kurtz (hasta su prometida, que en realidad no lo conoce para nada) saben que es demasiado ambicioso, carismático y elocuente, lo que utiliza para obtener grandeza. Aunque extrae más marfil que todas las estaciones juntas, tenemos razones para pensar que se ha vuelto avaro. Ha cedido ante la implacable y hostil naturaleza del salvajismo africano y eso le ha costado la cordura. Algo que tenemos que recordar es que la mayor parte de la información que tenemos de Kurtz son rumores, añadiéndole más interrogantes a su aura misteriosa.
Kurtz y la jungla
Kurtz representa a un hombre normal (quizá ambicioso) que cae presa de los peligros del salvajismo. En el mundo onírico del interior de África, lo afectan los aterradores silencios y las extrañas—y a menudo barbáricas para él—costumbres de los nativos. Pero encuentra en esas características un nicho para aprovecharse y acercarse a los nativos como un dios, y sentir que puede liderar a esta gente "primitiva" hacia la luz proverbial y a la civilización.
Sin embargo, su propia avaricia interviene en su misión civilizadora. Sus ansias insaciables por obtener más marfil lo llevan a hacer alianzas hasta enemistarse con los nativos, saqueando aldea tras aldea con la ayuda de sus amigos africanos, buscando marfil. Su ambición lo ha cambiado tanto que Kurtz es descrito en términos del material que busca: su cabeza "es como una bola, una bola de marfil". De nuevo, cuando dice sus últimas palabras, Kurtz tiene una "expresión de orgullo sombrío" en su "cara de marfil". Estas descripciones representan los cambios físicos en Kurtz que son probablemente el resultado de su exagerada obsesión. La jungla, lo vemos, lo ha absorbido, se ha "introducido en sus venas, le ha consumido la carne". Marlow, de hecho, identifica dos Kurtz, el que fue a la jungla y el que salió de ella.
Quizás sea por eso que nos han dicho tres veces que el problema con Kurtz es que "no tiene límites". Así que el problema no es tan simple como que "Kurtz va a la jungla, Kurtz se hace casi un nativo y empala a la gente". No, eso no es todo. La transformación de Kurtz va más allá. Los africanos, por contraste, sí tienen un sentido de decencia y límites (fíjate que en vez de atacar a los peregrinos, que eran mucho menos que ellos, y comérselos, se comen la carne del hipopótamo podrido). Kurtz es una víctima de la jungla; se ha transformado en el "mimado y consentido" de la selva. Esta descripción encaja perfectamente cuando Marlow nos dice que Kurtz se ha convertido en un niño, infantil en sus deseos, brutal y físicamente egoísta. O como dice Marlow: "los poderes de las tinieblas lo reclaman como suyo".
La voz de Kurtz
Marlow, en su extraña fascinación por Kurtz, reduce su obsesión a un aspecto particular: su voz. No está emocionado por ver a Kurtz, o por estrechar su mano, sino por oírlo hablar. "El hombre se presentó como una voz," dice Marlow.
Luego Marlow rompe el orden narrativo de la historia para decirnos que, de hecho, eventualmente habla con Kurtz. También se toma la libertad de revelar que, sí, ciertamente, Kurtz es más que una voz.
Pero lo curioso viene cuando consideramos que Marlow, sentado en el Nellie y contando su historia en plena oscuridad, también es descrito como "no más que una voz" para quien escucha. De hecho, Marlow, como Kurtz, encuentran sabiduría en sus propias palabras. Al encontrar "atractivo" en la "diabólica fila" de los africanos danzando en la orilla, lo afirma al decir, "también tengo una voz y para bien o para mal no puedo silenciarla".
Entonces, ¿es este asunto con la voz simplemente otra herramienta para establecer conexiones entre Marlow y Kurtz? Quizá. Si la voz de Marlow nunca es silenciada, ¿y qué hay de la de Kurtz? Bueno, después de todo, el hombre muere. Pero ¿no resuenan sus últimas palabras? ¿Termina El Corazón de las Tinieblas en una nota de "horror"? Tú dinos.
Kurtz como un dios
Los africanos nativos adoran a Kurtz como a un dios, pero no sin consecuencias. Ellos saben que los hombres blancos que vienen río arriba quieren llevarse a Kurtz. Potencialmente, los atacarán para quedarse con él. No estamos seguros si Kurtz ordena los ataques o los nativos lo hacen por cuenta propia (tenemos versiones opuestas del arlequín), pero si lanzan miles de flechas para mantener cerca a Kurtz, entonces por ahí tenemos algo de ironía. Kurtz, un dios, también es un prisionero de sus súbditos. Puede ordenar asesinatos en masa de todos aquellos que se revelen contra él, pero no puede irse libremente.
Pero la ironía no se detiene allí. Kurtz, un hombre aparentemente de siete pies de altura (aunque nos imaginamos que en este punto Marlow estaba exagerando un poco), tiene un nombre que según Marlow significa "corto" en alemán. Así que la altura del semidiós es mitigada por su nombre. Esta discrepancia, nos dice Marlow, refleja la falsedad de la vida y la muerte de Kurtz, lo que nos hace pensar que significa que su vida como dios fue también una farsa. ¿Y su muerte? Mmm. Bueno, tendremos que ver eso aparte.
Kurtz: locura y enfermedad
Hablemos de la locura de Kurtz. Primero ¿Kurtz está loco? Pensamos que ir por el mundo cortando cabezas y poniéndolas en palos le da un par de puntos para llevarse el premio, pero como si no fuera poco, Marlow se asegura de hacernos saber que, aunque Kurtz esté lúcido, tiene alma de loco.
Pero yendo más allá, podemos ver que la locura de Kurtz, que es una deficiencia mental, se convierte en una realización física. En otras palabras, la enfermedad de Kurtz es un reflejo de su mente enferma. Su lenta y dolorosa espiral hacia la muerte, está marcada por visiones y delirios ininteligibles. Hay partes en la narrativa donde se cuenta el vacío del alma de Kurtz; esto puede ser un comentario del poder devastador y debilitador del salvajismo que elimina toda humanidad del hombre. Las palabras finales de Kurtz, el juicio de su propia vida, la Compañía, o toda la humanidad (dependiendo de tu interpretación) son una conjura de puro horror.
Entonces ¿por qué, a pesar de todo esto, la gente todavía venera a Kurtz? Todavía ven a Kurtz como la grandeza en potencia, a pesar de su mente retorcida. Y serán su carisma y ambición el legado de Kurtz, no la locura y la brutalidad y las más oscuras realizaciones de la naturaleza humana, aunque esto sea a lo que se parezca al personaje. Esta podría ser la condena de Conrad hacia la ceguera de la humanidad. ¿Qué te parece?