Casas

Ya hablamos un poco acerca de las casas en La casa en Mango Street en la sección "What's Up With the Title?" (en inglés) así que quizás deberías echarle un vistazo a esa sección antes de leer esto. Pero el título "casa" no es el único en la novela. Para Esperanza, la idea de tener una casa propia se convierte en una especie de obsesión: comienza a ver casas por todos lados. La imagen de la casa se vuelve un símbolo de diferentes ideas, algunas de ellas contradictorias. Examinaremos dos juegos de significados atribuidos a las casas en la novela: llamémoslos "vergüenza y fantasía" y "confinamiento e independencia".

Comencemos con el factor vergüenza. Esperanza está tan avergonzada de su "casa roja y triste" que incluso niega que vive en Mango 4006, como si negando el hecho pudiera, de alguna manera, borrar el año en el que ha vivido en ella. La vergüenza de su amiga temporal, Cathy, por los escalones torcidos de su casa es evidente cuando le da la ridícula excusa de que los escalones "están así adrede […] para que la lluvia resbale hacia afuera" (9.3). La vergüenza de los personajes de sus casas parece estar relacionada con sus sentimientos acerca de la riqueza y el estatus. Para Esperanza y Cathy, sus casas no son solo casas, son expresiones de la pobreza de sus familias.

Por el otro lado, las casas también son la representación de las fantasías de los personajes acerca del dinero y la felicidad. Al buscar una forma de escapar de sus tristes residencias, los personajes fantasean con la idea de vivir en casas hermosas en barrios ricos. Aquí tenemos algunos ejemplos: La familia de Esperanza va a las colinas los domingos para comerse con los ojos las casas de los ricos. Cathy fanfarronea con que su padre irá algún día a Francia para buscar a sus parientes perdidos y heredará la casa de la familia. El papá de Esperanza compra boletos de lotería y habla de comprar una casa con tres baños. Y Esperanza promete que dejará que los vagabundos duerman en su ático cuando tenga una casa propia. Estas fantasías son la otra cara de los sentimientos de vergüenza provocados por las casas venidas abajo donde realmente viven los personajes.

La imagen de la casa también se usa de otra manera: puede utilizarse como un símbolo de confinamiento para la mujer, o un símbolo de la independencia y la liberación de la mujer. Las casas, de las que los hombres son dueños, son prisiones para las mujeres como la bisabuela de Esperanza, Rafaela, y Mamacita, que mira por la ventana, deseando poder salir. En este contexto, las ventanas se convierten en una expresión de añoranza y una especie de señuelo para las mujeres condenadas a una vida de cautiverio doméstico. Esperanza misma tiene una experiencia con la ventana en la historia "Sire", por la cual entendemos que se siente atascada y frustrada. Por el contrario, Sally ni siquiera tiene una ventana, sino que contempla la jaula de paredes, suelo y un parejo cielo raso de su nueva casa en los suburbios. Nos damos una idea: Sally es prisionera de su nuevo marido que no la deja tener ningún contacto con el mundo exterior.

La realidad de Sally es completamente diferente de la casa que Esperanza soñó para ella: una con flores, grandes ventanas que puede abrir para dejar entrar el sol, y una habitación propia, y sin vecinos ruidosos o tareas domésticas. La casa soñada de Esperanza es una expresión de la independencia de la mujer. Y ella quiere una casa propia también. "Una casa propia" suena como una referencia al famoso ensayo de Virginia Woolf llamado "Una habitación propia", en el cual Woolf argumenta que una mujer necesita independencia y, además, una habitación propia para escribir. Esperanza dice que ella quiere una casa propia, "No la casa de un hombre. Ni la de un papacito" (43.1). Esta última imagen de la casa, que aparece casi al final del libro, parece superar a todas las demás. Es la visión de Esperanza de la felicidad perfecta.